El Enfermo en Medicina Natural

Medicina Natural

La gran diferenciación posible y obligada entre la medicina antigua y la moderna se inicia definitivamente con el concepto imperante en cada una de ellas respecto al enfermo.

La gran diferenciación posible y obligada entre la medicina antigua y la moderna se inicia definitivamente con el concepto imperante en cada una de ellas respecto al enfermo, deriva un distanciamiento cada vez más amplio que no será posible salvar y que nos obliga a situarnos definitivamente en uno y otro campo.

La siquiatría, la biotipología y la parapsicología han acercado las formulas de concepción del enfermo utilizado en las escuelas antiguas a la que se ha consagrado la medicina bioenergética desde su inicio.

Pero al llegar al terreno de la práctica esa medicina ortodoxa deja lo antropológico y lo psicológico por lo anatómico y sigue rutinariamente el procedimiento más estrictamente materialista, marginando de forma ostensible el considerado de lo dinámico y lo espiritual llevando al médico a ver un hombre robot, ceñido a un funcionamiento prevalente derivado de sus elementos conformantes. Así el especialista trabaja sobre órganos tejidos, células, realizando sus investigaciones por caminos cada vez más complejos y repetidamente decepcionantes, en la búsqueda del remedio adecuado de cada lesión y su cortejo sindrómico, producirá fármacos de acción físico química o químico biológica fundamentándose siempre en la comprobación científica sobre animales laboratorio, cepas microbianas, alteraciones inmunológicas, de tinte inminentemente organicista.

El enfermo ante todo es un individuo; si pretendiéramos definirlo; como un ser bioenergético, psicoanémico, con posibilidad de completa manifestación, el intento satisface nuestro propósito aún cuando puede merecer la censura.

El aforismo que de forma indiscutible ha pasado durante muchos años por la historia de las ciencias médicas, cuando se plantea que no existen enfermedades sino enfermos es clásicamente aplicable e irrebatiblemente coincidentemente con lo que plantea la medicina bioenergéticaal ver al hombre como un todo único integrado así mismo y al mundo que lo rodea, respondiendo constantemente al cielo y a la tierra. Por esta razón la causa de la enfermedad no radica de forma absoluta en los planteamientos de la medicina alopática y si en los desequilibrios energéticos que se presentan en el ser, que, por consiguiente, producen una variada cantidad de síntomas y signos siendo a la vez cualitativamente diferentes y atribuyendo una marcada individualidad a cada caso afirmando la frase que históricamente ha pasado de generación en generación y en cualquier tipo de medicina.

Sintetizando estas someras definiciones podemos concluir:
- Que el hombre es un individuo indistinto en si y distinto a los demás en el que es fácil reconocer características persistentes y cualidades fácilmente cambiantes.

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