Sobrecarga emocional

Sobrecarga emocional. La demanda insaciable de emociones por parte de una sociedad ciclotímica que salta de la euforia al abatimiento crea un individuo inconsistente y frágil...

La demanda insaciable de emociones por parte de una sociedad que salta de la euforia al abatimiento de forma casi inmediata, crea un individuo inconsistente y frágil, sobrecargado emocionalmente e inestable, según un experto.

El bombardeo publicitario que sufrimos a diario crea en nuestro subconsciente una necesidad casi agresiva de consumir, generando ansiedad ante las cosas que no podemos comprar. Vivimos tiempos de emociones, de exaltar las sensaciones y de conducir al individuo hacia este tipo de manipulación que utiliza los sentidos como arma para controlarlo. Así, el valor actual de los productos ya no nos importa por su función instrumental, utilidad o calidad sino que ahora nos interesa todo aquello que sea capaz de proporcionarnos experiencias intensas y conmovedoras.

Por poner un ejemplo, el telediario cotidiano debe empezar su información con el impacto de un accidente mortal, de un atentado o de una oleada propia del escándalo más absoluto, si no deja de ser un espectáculo creíble a los ojos de las masas. Sensaciones como espanto, perplejidad, miedo, indignación o sorpresa se reclama a diario por la audiencia y de esta manera conducen y estimulan sobremanera nuestras propias emociones. Es el 'zapeo emocional' que nos manipula y bombardea a diario, modificando nuestros hábitos y conductas más triviales.

Este culto postmoderno a la emoción no nos hace más sensibles, sino más superficiales. Saltamos de una emoción a otra de forma casi inmediata. Se trata de una especie de viaje narcótico que, lejos de fomentar la sensibilidad, la duerme y la diluye de forma evidente.

Afortunadamente, también se produce de forma paralela un auge importante de reivindicación de lo emocional, en cierto modo como respuesta a la tiranía de lo racional. Los trabajos de Goleman y otros promotores de la 'inteligencia emocional' nos recuerdan el importante papel que cumplen en nuestras vidas los aspectos relacionados con el ánimo y con las respuestas que somos capaces de dar a los desafíos de los impulsos, las intuiciones y los sentimientos.

La demanda insaciable de emociones por parte de una sociedad ciclotímica que pasa de la euforia al abatimiento y viceversa sin solución de continuidad, está creando un modelo de individuo inconsistente y frágil, tanto en la aspiración al éxito como en la aventura narcisista de la novedad por la novedad.

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