Propiedades y usos culinarios de la coliflor

Opciones culinarias para la coliflor: Deliciosa hortaliza que se puede disfrutar en cualquier época del año, y en diversas preparaciones, no solo en curtidos. Al vapor, gratinada, en guisos, escabeche y estofada son algunas de las opciones...

Se trata de la hortaliza más versátil a la hora de cocinarla. Puede servirse hervida, estofada, gratinada, escabechada y en mil formas diferentes.

Sus mil combinaciones en la cocina convierten a la coliflor en un elemento esencial en las tradiciones gastronómicas europea, asiática o incluso latinoamericana. Aunque es originaria del Mediterráneo oriental, su cultivo y uso con fines culinarios se ha extendido por todo el mundo y, de hecho, China es el primer productor a nivel mundial.

Existen multitud de variedades de coliflor. Según el color, tenemos las blancas, verdes y moradas; según la época del año en que maduran –su versatilidad ante la climatología permite que se puedan cultivar durante todo el año- pueden ser de verano, otoño o invierno. En todo caso, la más común es la col blanca, cuyo color se debe a una costumbre agrícola que consiste en atar las hojas verdes que crecen en el exterior, de forma que impiden que la coliflor que expuesta a los rayos del Sol.

El principal componente de la coliflor es el agua, lo que unido a un escaso contenido en hidratos de carbono, proteínas y grasas, la convierten en un alimento de escaso aporte calórico. Por ello, suele estar presente en casi todas las dietas para adelgazar.

Por el contrario, presenta grandes cantidades de folatos y vitaminas B6 y C, así como B1, B2 y B3 –aunque éstas en menor porcentaje-. También contiene altos porcentajes de potasio y fósforo. Los folatos favorecen la producción de glóbulos blancos y glóbulos rojos, así como la formación de anticuerpos del sistema inmunitario. La vitamina C, por otro lado, confieren a la coliflor un alto valor antioxidante, además de favorecer la absorción del hierro.

Otra de las excelencias de la coliflor es su condición de alimento tremendamente diurético. La eliminación del exceso de líquidos lleva implícita, además la de sustancias como el ácido úrico y la urea cuya retención suele acarrear serios problemas de salud.

A la hora de cocinar la coliflor –ya sea al vapor, rehogada o como ingrediente de un guiso- debemos procurar no tenerla demasiado tiempo almacenada en el frigorífico y no humedecerla hasta el momento en que vayamos a usarla –ya que no es fácil secarla-. Si la preparamos al vapor, en cuyo caso suele despedir un olor un tanto desagradable- es recomendable añadir al agua unas gotas de jugo de limón.

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